La silueta gris de Patrullero Oceánico “Marinero Fuentealba” no pasa desapercibida en la bahía de Punta Arenas, el cual fue el primer buque construido por ASMAR tras el tsunami que azotó las instalaciones de la planta de Talcahuano.
Por más de una década ha navegado en aguas australes, contribuyendo a los intereses nacionales en la zona austral y a los estudios científicos en estas latitudes. Desarrollando tareas de mantenimiento de señalización marítima, de control y combate de la contaminación, resguardo de la vida humana en el mar y de preservación del medio ambiente acuático, siendo su dotación heredera de un tremendo legado en el nombre del “Marinero Fuentealba”.
A 60 AÑOS DE SU MUERTE
LA HISTORIA DEL MARINERO MARIO FUENTEALBA
Su nombre es en honor al Marinero Mario Fuentealba, único miembro de las Fuerzas Armadas en recibir dos condecoraciones al Valor, una historia de entrega, arrojo y también sacrificio que hoy es parte de las historias de gloria de la Armada de Chile.
La primera vez que Mario Fuentealba Recabarren se vio enfrentado a la íntima decisión de arriesgar la propia vida en virtud de salvar a otra persona, fue cuando en un remolcador que surcaba las agitadas aguas de la bahía de Concepción, un Sargento cayó por la borda. El Marinero Fuentealba instantáneamente se lanzó al agua para rescatarlo, sin pensar en las difíciles condiciones climáticas o en la oscuridad de la noche. Esta acción le valió el reconocimiento Institucional, haciéndose acreedor a la Medalla “Al Valor”, el 21 de noviembre de 1961.
En 1965, fue destinado al patrullero “Leucotón”, que mientras se dirigía de Talcahuano a Chiloé cumpliendo con una comisión de reencendido de faros, fue sorprendido por un violento temporal durante la jornada del 15 de agosto, provocando el varamiento de esta nave en las traicioneras costas de la caleta “Lliuco”, al sur de Corral. Al rescate del “Leucotón” acudieron las escampavías “Janequeo” y “Cabrales”. La marejada arrojó con fuerza a la “Janequeo” contra las rocas. La tripulación del “Leucotón” veía impotente cómo sus rescatadores se encontraban atrapados.
MANIOBRAS DE SALVAMENTO EN UN TERRIBLE TEMPORAL
En estas difíciles circunstancias el Comandante del “Leucotón” organizó una partida de salvamento de veinte hombres con todos los elementos necesarios para socorrer a sus compañeros. Tendieron un cable para desembarcar la patrulla, el propósito era ayudar desde tierra a los tripulantes de la “Janequeo”. Fuentealba fue el primero llegar a la costa con grandes esfuerzos.
El primero en deslizarse por el cable fue el Cabo Arturo Alvarado, quien fue alcanzado por las olas. Fuentealba se arrojó para salvarlo, en ese momento ambos fueron arrastrados por la corriente, logrando salir después de varios minutos de lucha a la ribera del río “Lliuco”. En la maniobra Fuentealba perdió el conocimiento y fue atendido por los lugareños.
Mientras tanto la “Janequeo” había desaparecido y el temporal irrumpía al máximo de su intensidad, el Marinero Fuentealba, una vez repuesto, decide poner su vida al servicio del rescate de sus compañeros. Avanzó hasta la playa vecina a la roca “Campanario”, lugar donde el mar arrojaba a los náufragos del ATF “Janequeo”. Allí socorrió al teniente Segundo Guillermo Aranda Pinochet, salvándolo tras practicarle respiración artificial. Volvió a las tormentosas aguas que provocaron la catástrofe y, entre remolinos y resaca, puso a salvo a tres más de sus camaradas. Cuando fue a rescatar a un cuarto compañero, el cabo Galvarino Contreras, a quien alcanzó a poner a salvo, una ola gigante lo cubrió, llevándoselo para siempre.
LEGADO QUE PASA A LA HISTORIA
El 04 de noviembre de 1965, se acordó otorgarle la condecoración Medalla “Al Valor” póstumamente al Marinero Fuentealba. Sin embargo, como ya había sido distinguido con esta condecoración correspondió otorgarle la Roseta consistente en una “Estrella de oro”, en mérito de las reiteradas demostraciones de arrojo y heroísmo.
Hoy la Armada de Chile recuerda al Marinero Fuentealba con una unidad que lleva su nombre, la cual es la segunda que porta aquella leyenda cruzando el mar, además existe un premio denominado “Marinero Mario Fuentealba” al cual son nominados miembros de la institución por hechos notables en el servicio, además que, junto al Cabo Odger, es parte de las iconografías que son permanentes en las cámaras de Gente de Mar, contando con monumentos en la isla Quiriquina, en donde la Escuela de Grumetes proyecta esta historia de servicio y entrega a la nuevas generaciones de marinos.



